sábado, febrero 11, 2006

Sobre normas y poder

1. El derecho vigente en una sociedad dada, en un momento dado, es la expresión de las fuerzas vigentes en la misma. Digo, vigentes, ya que muchas veces no se trata exactamente de la correlación presente entre las distintas fuerzas, sino que se arrastra además un conjunto de correlaciones anteriores, las cuales continúan en vigor, por la fuerza que en la misma se asigna a la tradición.

2. Reconocer al derecho como una resultante de fuerzas nos lleva a desechar los argumentos formalistas. El derecho no extrae idealmente su validez de otras normas anteriores en una coqueta regresión hacia los orígenes. El derecho se fundamenta en que será obedecido.

3. La obediencia a la norma no depende del poder de coacción del aparato que se halla detrás de ella. Ninguna norma puede sustentarse sobre la coacción posible. De algún modo es necesario contar con la adhesión del normado. Tal adhesión sólo es posible en tanto la cultura de una cierta sociedad la predispone.
La cultura ha marcado lo que está bien y lo que está mal, y los individuos cumplen con esos valores.

4. El Panóptico foucaultiano supone una visibilidad de los cuerpos desde el punto de control. La luz, el agente exterior que describe en su contraluz las siluetas, es la información, la cultura, la norma.
¿Tiene la realidad siempre tal impronta carcelaria? ¿Es la cárcel invisible usualmente? ¿O no hay tal cárcel sino una gozosa sumisión?
Quién se educa en una cierta cultura aceptará sus contenidos. El que se siente culpable por la violación del contenido de la norma es el "buen ciudadano" contra quién las normas no van dirigidas, y sin embargo es él su principal destinatario.

5. La finalidad por la que tenemos normas, la finalidad por la que las mismas son marcadas, no es la sanción al infractor. Se trata en realidad de una acción performativa que apunta a la construcción de la conducta del buen ciudadano.

6. Las normas en la sociedad de todos los tiempos escapan y van más allá del marco de las normas de derecho. Pero no es posible comprenderlas a éstas sin la atenta consideración de todo el conjunto del aparato normativo.

7. El panóptico supone una posición de control. La observación de las normas apunta una cierta finalidad. ¿Pero tal finalidad existe?. Una finalidad supone un alguien que voluntariamente la establece. Si decimos que las normas corresponden a una cierta correlación de fuerzas, de algún modo puede parecer que decimos lo contrario a asignar un contenido voluntario a las mismas.
Una resultante de fuerzas dadas existe en tanto existen aquellas fuerzas. Las fuerzas que actúan serán entonces las fuerzas vigentes en la sociedad en cuestión, fuerzas que en modo alguno son casuales. Son el resultado de grupos y de sus intereses. Son éstos grupos los que intentan fijar su voluntad sobre la marca de los acontecimientos.
Si hablo de grupos, así genéricamente, es porque a veces esta voluntas e interés corresponde a criterios de clase, pero otra a subdivisiones dentro de las misma, o incluso a alianzas entre grupos de clases diferentes.
Si hemos hallado la finalidad, cabe preguntarse por el controlador. Una vez más el control será ejercido por grupos que pueden ser objetivados, y que pueden describirse del mismo modo.
Así entre la expresión de la correlación, el análisis panóptico, la estática del problema, y entre la dinámica de la voluntad, la dialéctica del problema, no habrá oposición, sino complemento.

8. La posición del controlador en el modelo panóptico es la central. Esta concepción casa perfectamente con una sociedad en la que la división entre el control, el rol político, y la subordinación, el rol social están claramente establecidos. ¿Podemos suponer que tal estado de cosas continúa?
Soy de la opinión contraria. El advenimiento de las tecnologías de la información, se ha acompañado de una diversificación de la acción política. Los enfoques movimentalistas, el ambientalismo, las políticas de la diferencia generan espacios de participación política descentrados.
La respuesta de los intereses dominantes ha pasado por extenderse de la centralidad a la periferia. La división en sociedad política y sociedad civil se agota, en la medida que la sociedad civil es colonizada por organizaciones que generan normativa a partir de la misma. No sobre ella, sino desde ella.
Para ello la norma de máxima autoridad deja de ser el poder efectivo/represivo/económico, para ser la autoridad dimanante del conocimiento técnico. El poder de un saber que se presenta como ausente del campo político, genera un campo político difuso. El lobo no se disfraza de oveja, se hace invisible.
La total visibilidad social invisibiliza los agentes de poder, re-invisibiliza la normatividad como respuesta a la visibilización de la que había sido objeto.
Es el mismo discurso de poder el que embandera un gobierno, una ONG y una banda anarco-punk. El conocimiento, presentado como prescindente de lo político. Lo político como anatema. Todas las culpas se cargan sobre el espacio de lo político.

9. El fin de la dinámica entre el bloque soviético y el capitalismo occidental ambienta tal camuflaje. El espacio político es demonizado. Las ideologías convergen a la barbarie, se dice. Las fuerzas de derecha apelan al discurso técnico económico o de seguridad, y las fuerzas de izquierda a un discurso técnico también económico o de reconocimiento de las minorías o de reivindicación ambiental.
La discusión propiamente política, esto es, la que entiende todos esos puntos como participantes en los procesos históricos, en su mutua relación teórica y práctica, es demonizada para asegurar la hegemonía dominante.
Las Oenegés se constituyen en el mayor y más peligroso modelo de penetración imperial sobre los países de la antigua periferia.

10. Un breve apunte: la periferia deja de ser un concepto espacial. Los países centrales la tienen a domicilio. Piénsese en las revueltas de Francia a fines del 2005 o en las revueltas por las caricaturas de Mahoma en el 2006.

11. Otro breve apunte: la aldea global muestra su intencionada falacia. La interconexión es interconexión de los que pueden y tienen. Los intentos de uso contra hegemónico de la red, por valiosos que sean, apuntan no a la aldea global, sino a la interconexión de aldeas.
En cualquier caso, tales esfuerzos son aún insuficientes.

13. Una consecuencia de todo lo anterior, es que las fuerzas de izquierda y sus aliadas han sido penosamente colonizadas por las formas de pensamiento expertécnico. Muchas veces se apela a fuentes de autoridad científica para legitimar decisiones de naturaleza eminentemente política.
La mala conciencia del político es determinada por la norma que lo fija como un paria con la sociedad. La sociedad civil que ya no es tal, devuelve en su espejo deformante a la sociedad política como una sociedad excluida de legitimidad.

14. Otra consecuencia de lo anterior es que el intelectual ha perdido su organicidad de clase, y pasa a integrarse como un intelectual expertécnico. Tal estado de cosas fundamenta y prescribe el poder de los discursos técnicos en desmedro del reconocimiento de los intereses que así se invisibilizan.
La recuperación del intelectual orgánico se vuelve así una prioridad contra el vaciamiento político, que es la estrategia del Dominio.